05 Jun ¿Qué haces con tu hermano? Día de Caridad 2015
Queridos hermanos:
Al terminar el tiempo de Pascua la Iglesia nos sitúa, para enriquecimiento en nuestra fe y en nuestra experiencia cristiana, con algunos misterios que nos iluminan con una luz especial en el camino de la vida. Uno de ellos es la solemnidad del Corpus Christi. En ella se nos presenta para nuestra adoración el cuerpo y la sangre del Señor, ese misterio que actualiza permanentemente para nosotros el amor fecundo y sacramental de un Dios que, desde su eternidad, piensa en el hombre, lo ama y lo salva. Es el Dios que por su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo, lo hace todo por nosotros y por nuestra salvación.
Para que la vida de Cristo siga siendo fecunda y siga poniendo amor en el mundo, su sacrificio redentor en la cruz se hizo presencia permanente en la Eucaristía. Es de esa presencia real de la que los que creemos en él participamos cada vez que comemos de su carne y de su sangre, cada vez que comemos de su pan de fraternidad. Porque ese alimento nos alimenta, nos fortalece y también nos une. El cuerpo de Cristo nos unifica: une, al comerlo, nuestro corazón con él y nos une con todos aquellos con los que él se identifica, a los que él mismo hace hermanos nuestros.
Es por eso que Cáritas con toda verdad justicia nos dice este año: ¿Qué haces con tu hermano? Aunque hay una fraternidad entre todas las criaturas de Dios, esta pregunta está para que la respondamos especialmente los cristianos: “Tuve hambre y me diste de comer… tuve hambre y no me diste de comer”. Es esta una pregunta a la que seguramente le podremos encontrar infinidad de respuestas. ¡Son tantos los hermanos que nos están reclamando que hagamos algo por ellos! Pero no tenemos que ir muy lejos para encontrarnos con sus llamadas de ayuda y solidaridad. Entre nosotros, en nuestras comunidades autónomas de Extremadura y Castilla y León, y en nuestras ciudades y pueblos son muchas las vidas que pasan por situaciones de pobreza y exclusión social. Como acabamos de manifestar los obispos españoles en un reciente documento, que lleva por título “La Iglesia, servidora de los pobres”, el sufrimiento se ha cebado en los más débiles de nuestra sociedad, a los que no les llega ni lo más esencial ni lo básico para sobrevivir. Descubrir esos problemas está al alcance de todos, porque la casa común que es nuestro mundo cada vez tiene las puertas más abiertas y es más fácil saber lo que le sucede a nuestros hermanos.
No cometamos nosotros la torpeza de preguntarle a Jesús ante lo que es tan evidente: ¿De verdad lo estabas pasando tan mal económicamente; no tenías trabajo; tuviste una infancia o una vejez llena de carencias, te echaron de tu hogar; tu trabajo en el campo no te daba para vivir o eras inmigrante y no pudiste llegar a la tierra prometida o, si llegaste, te encontraste con el desamparo y la miseria? No podemos cometer la torpeza de no reconocer a Jesús en el hermano que nos necesita. Este mundo, que abre al instante las puertas a todas las miserias, tiene que ser un mundo de hombres y mujeres que rompen el muro de la indiferencia y abren, por la caridad fraterna, las puertas de su corazón. Por eso, a la pregunta de nos hace Cáritas Diocesana en el Día de Caridad, cada uno de nosotros le ha de dar una respuesta; la cariad, en efecto, pasa por la apertura del corazón de cada uno de nosotros.
Pero la caridad necesita siempre la suma de muchos. El Cuerpo de Cristo que celebramos nos une a todos y nos anima a unir nuestras voluntades en él; nos invita a edificar juntos la casa común en la que todos podamos vivir en fraternidad. Porque no lo olvidemos “vivir como verdaderos hijos de Dios significa amar al prójimo y acercarnos a quien está sólo y en dificultad” (Papa Francisco).
Os invito, por tanto, queridos hermanos y hermanas, a afianzar la caridad en vuestra vida. Sólo así la tendremos siempre abierta a nuestros hermanos y hermanas que necesiten de nuestra ayuda. Colaborad con Cáritas porque es un cauce fiable para ese objetivo de fraternidad al que todos estamos llamados. Cáritas, como expresión de la caridad en la vida de la Iglesia, sólo busca dar, en nombre de Jesucristo, respuesta a las realidades de pobreza y exclusión social favoreciendo el desarrollo de las personas. Cáritas, como sabemos muy bien, es la cariad al alcance de nuestras manos generosas, ya que está en la inmensa mayoría de nuestras parroquias.
En efecto, el servicio de la caridad es permanente, pero no podemos desaprovechar esta llamada especial que se nos hace en la fiesta del Corpus Christi para fortalecerlo. Con Jesucristo, sacrificio y presencia, al que adoramos poniendo ante él nuestra vida, descubriremos el amor de Dios y nos dejaremos llevar por Él, para ir a los hermanos más débiles y necesitados, esos a los que siempre han de estar sentados entre nosotros en la mesa de la Eucaristía.
Con mi afecto para todos.
+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Plasencia