25 Abr «Proyecto Hombre me ha devuelto a la vida», asegura un exdrogadicto
Hoy mismo abandonará la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre tras un año en sus instalaciones de la sierra de Santa Bárbara. Víctor Manuel Pereira, de 44 años, está listo para iniciar la segunda fase de su proceso de rehabilitación. Casi otro año más en las dependencias de la calle Coria para preparar su reinserción sociolaboral. Una segunda y última etapa que, desde Madrid, donde reside, le traerá semanalmente a Plasencia para culminar la recuperación que ansía y dejar para siempre las drogas.
«Proyecto Hombre me ha devuelto la vida; ojalá hubiera conocido a esta comunidad terapéutica hace 20 años», afirma Víctor Manuel. Porque si así hubiera sido, no tiene dudas de que hubiera logrado desintoxicarse, dejar la cocaína que le ha esclavizado y le ha llevado a un abismo demasiadas veces, mucho antes.
Por eso, ayer, en la jornada de puertas abiertas que la organización celebró con motivo de su XXIII aniversario, quiso contar su testimonio y agradecer la labor de todos los que hacen posible que otros muchos cada año, como él, regresen a la vida.
«En la cárcel no puedes dejar las drogas, porque se consume igual que en la calle»
Hombres y mujeres, cada vez más jóvenes, según la directora de la comunidad, Sonia Eleno, a los que las drogas les ha arrancado todo. Persona «que necesitan que alguien les tienda la mano» para levantarse de la caída, superar el tropezón y volver a caminar, tal como explicó el sacerdote Antonio Cano durante la sencilla ceremonia que ofició para abrir la celebración de las puertas abiertas, que contó con la participación del coro del Hogar de Mayores Puerta Berrozana.
La parte más brutal
En torno a 20 son los usuarios que hoy están en las instalaciones de la sierra, en la comunidad que desde hace 23 años hacen posible las diócesis de Plasencia y Coria-Cáceres, y que ayuda cada año a cerca de un centenar de personas. «A valientes con determinación, que se atreven a dar el paso para cambiar de verdad sus vidas», aseguró Antonio Cano.
En este paso está hoy Raúl (nombre supuesto). Heroína, cocaína y cannabis le han acompañado desde los 17 años. «Empecé a probar las drogas con los amigos», dice, y con ellas siguió hasta que hace siete meses ya entró en Proyecto Hombre. «Nunca antes había intentando dejar de consumir, porque tenía asuntos judiciales pendientes y sabía que no podría», reconoce. Porque las drogas le trajeron una condena de cinco años de cárcel por un delito continuado de robos con fuerza.
«Necesitaba dinero para consumir», explica. «Por eso preferí saldar mis deudas penales, y después iniciar la desintoxicación, puesto que sabía que en la cárcel no podría; allí se consume igual que en la calle». Ahora no tendrá que volver, «ahora terminaré el proceso en Proyecto Hombre para recuperar mi vida».
Igual que lo ha hecho Dionisio Cerro. A sus 53 años es voluntario en la comunidad. «Acompaño a los chicos en su proceso». Por el que él mismo pasó y que culminó hace ya siete años. «Desde entonces, no he vuelto a beber ni a drogarme, tengo una vida y estoy feliz; antes solo me pasaba el día viendo cómo podía conseguir la droga, nada más importaba, solo tenía amargura».
Por eso defiende con rotundidad, como los demás, la labor de la comunidad terapéutica Proyecto Hombre, la que hace posible que «personas valientes nos enfrentemos a la parte más brutal de nuestras vidas», resumió ayer otra usuaria que prefiere no dar su nombre.