La azulejería de Santo Domingo luce en el Museo Catedralicio tras su restauración

La azulejería de Santo Domingo luce en el Museo Catedralicio tras su restauración

DIARIO HOY 27-02-18

El Obispado de Plasencia inauguró ayer la sala del Museo Catedralicio donde ha ubicado el gran retablo de azulejos talaveranos del siglo XVI atribuido a Juan Fernández que se encontraba en la sacristía de Santo Domingo. La pieza, de 11,8 x 4,38 metros, ha sido restaurada por la Junta de Extremadura y trasladada a las dependencias del museo, según el Obispado, para «salvaguardar» su integridad.

La delegada diocesana de Patrimonio, Mercedes Orantos, resaltó el «grave deterioro» que sufría el retablo en la sacristía de la iglesia de San Vicente Ferrer (Santo Domingo), donde la humedad y la falta de vigilancia habían hecho mella en la valiosa pieza hasta el punto de que le faltaban un buen número de azulejos, algunos de ellos enviados en su día al Museo Provincial de Cáceres, y otros «en casas particulares» de personas que directamente se los habían llevado.

La empresa madrileña Tecne ha sido la encargada de restaurar el retablo por encargo de la Junta de Extremadura, limpiando y acondicionado los azulejos existentes y reponiendo los que faltaban. El resultado es un espectacular conjunto que ya se puede admirar en el Museo Catedralicio, donde ha sido colocado sobre un soporte hacho a medida en el que el Obispado ha invertido 30.000 euros.

Mercedes Orantos aclaró que se trata de una reubicación «totalmente reversible», es decir, que si en algún momento la sacristía de Santo Domingo se arregla y reúne las condiciones adecuadas el retablo podría regresar, tal y como han solicitado públicamente algunas personas pertenecientes al movimiento cofrade, que tiene su sede en San Vicente Ferrer. De hecho, la Ley de Patrimonio establece que los bienes muebles vinculados a un inmueble deben permanecer en su ubicación original, si bien también matiza que pueden ser trasladados si su correcta conservación corre peligro.

Santo Domingo fue cedido en 1989 a la Junta de Extremadura por parte del Obispado de Plasencia por un periodo de 99 años, aunque el patrimonio mueble de su interior pertenece a la Diócesis. Los técnicos de ambas instituciones coincidieron en la necesidad de sacar el retablo del templo y exponerlo en un lugar que reuniera las condiciones adecuadas una vez restaurado.