19 Mar «Desde que supe que sería obispo me pasé 20 días rezando y llorando»
José Luis Retana (Pedro Bernardo, Ávila, 1953) culminó en septiembre de 2016 un trabajo que le ha llevado años: la puesta en pie de un gran complejo parroquial, el de San Pedro Bautista en la capital abulense, del que ha sido el principal artífice, pero que ahora tendrá que abandonar después de que el papa le nombrara el pasado 9 de marzo nuevo obispo de Plasencia.
¿Cómo es el momento en el que se entera de que va a ser obispo?
El primer ‘susto’ lo tuvimos el 18 de febrero, un sábado que estaba nevando en Ávila a la caída de la tarde. El nuncio te llama y te dice que quiere hablar contigo el lunes. Ahí te conmueves, porque entiendes que no es para felicitarte la Navidad, claro. Cuando vas el nuncio te da una carta muy sencilla [la muestra], en la que el papa te dice que te elige para ser obispo, y tú tienes que contestar por escrito aceptando o no aceptando. Lo puedes hacer allí, aunque yo lo hice al día siguiente.
«Quise ser futbolista, hasta hice pruebas para jugar en el Salamanca en Primera División»
¿Significa eso que tuvo dudas?
[Silencio de varios segundos] Hombre, dudas… Es que en ese momento yo no estaba pensando en eso. Habéis visto esta nueva iglesia, esta parroquia… Yo no había sido párroco nunca hasta hace cuatro años. Estuve al frente de un colegio diocesano con 1.200 alumnos y 300 internos, luego otros 16 años de rector del seminario, he ido a todos los pueblos de la diócesis a decir misa, pero una parroquia no había tenido. Este proyecto no ha sido sólo construir un edificio, sino poner en pie un pueblo para alabar al Señor, y es en eso donde yo tenía la cabeza. En ese sentido hay una punzada de dolor, pero luego te conmueves pensado «¿cómo el papa me pide una cosa así a mí, que conozco mi debilidad y es desproporcionado que el papa me pida una cosa tan grande?». La punzada de dolor es que esto, que es algo que estoy queriendo ahora con toda mi alma, lo debo dejar. Lo que pasa es que inmediatamente empiezas a querer a otros que aún no conoces, pero que son los que el papa te ha puesto delante. Desde que lo supe hasta que se hizo público, porque estaba bajo secreto pontificio, me pasé 20 días a ratos rezando y a ratos llorando.
PUBLICIDAD
¿A qué ha dedicado los últimos días desde que se hizo pública su designación?
Lo primero a seguir llevando los asuntos de la parroquia, y el resto del tiempo atender a la prensa y las llamadas de los amigos. La verdad es que no he hecho nada más. El lunes fui a la Conferencia Episcopal, aunque aún no pude participar en la reelección de don Ricardo [Blázquez], que me dirigió la tesina de licenciatura y es amigo mío. Creo que me ordenará él, el 24 de junio, porque se lo pedí y me dijo que sí.
¿Está confirmada la fecha?
Parece que sí, al menos es la que dijo en voz alta el secretario de la Conferencia Episcopal. Yo había pedido el 10 de junio, pero me lo desaconsejaron porque al parecer son las ferias de Plasencia y no parecía muy apropiado.
¿Alguna vez quiso ser algo diferente a sacerdote?
Futbolista. Lo único que he hecho bien en mi vida ha sido jugar al fútbol, aunque ahora ya no puedo por los ligamentos cruzados.
¿En serio? ¿A qué nivel?
Claro. Empecé jugando mucho en el seminario desde que entré con 11 años, y más adelante hasta hice alguna prueba para haber jugado en el Salamanca, en Primera División. Jugaba de delantero centro.
Pero acabó de sacerdote.
Sí, una vez que entras en el seminario ahí se hace una especie de criba natural. Uno se va porque echa de menos a su madre, a otro le mandan a casa porque ha hecho alguna faena, otro no puede con los estudios… Hice cuatro cursos en Arenas de San Pedro y luego pasé al seminario mayor en Salamanca. Es en ese momento cuando tomas ya una opción más seria.
Y marcha a Suiza de 1976 a 1978, en plena Transición española. ¿Qué supuso eso para un aspirante a sacerdote de provincias?
La verdad es que a nivel de formación no estaban más avanzados allí. Yo en Salamanca he tenido de profesores a Rouco, a Ricardo Blázquez, a Carlos López, a Fernando Sebastián… A nivel personal sí es cierto que te abre la mente. Cuando luego volvía a Salamanca y me contaban los compañeros sus problemas me parecían cosas de niños pequeños.
¿Qué conocimiento tiene de Plasencia y su diócesis?
No es excesivo. He ido con frecuencia a hacer ejercicios donde las Josefinas Trinitarias. Sí conozco bien La Vera, donde vive un hermano mío, y en Plasencia también he estado bastante. Lo que conozco menos es la parte sur. Por eso cuando volví de ver al nuncio lo primero que hice fue ir a internet a ver hasta dónde llega la diócesis.
¿Visitará la diócesis antes de la ordenación?
Tengo intención, pero haré lo que me digan. Para mí lo importante es conoceros, ver dónde estáis y qué podemos hacer juntos. Yo no tengo ningún proyecto personal especial.
¿Le han llamado sus antecesores para darle algún consejo?
Consejos no, pero don Amadeo [Rodríguez Magro, ahora obispo de Jaén] me ha escrito una carta para ponerse a disposición, y creo que nos veremos. Ese encuentro, junto con la visita que me va a hacer el próximo jueves el Colegio de Consultores, creo que me dará bastante luz sobre lo que pueden ir siendo los asuntos concretos.
En Plasencia se piensa que su nombramiento puede facilitar el proyecto que tiene la Universidad Católica de Ávila de abrir allí un centro adscrito.
¡Debería! [risas] Bueno, la verdad es que eso ya está iniciado y, en fin, no habrá ninguna dificultad.
También se ha dicho que, gracias a su cercanía al obispo de Ávila, que ha presidido la comisión de patrimonio, se puede facilitar la llegada a Plasencia de la exposición Edades del Hombre.
Habrá que verlo, pero sí es cierto que mi posición puede favorecerlo por la relación que tengo con los responsables, aunque luego hay más cosas a tener en cuenta como la financiación, etcétera.
¿Qué importancia le concede a la reivindicación histórica de que Guadalupe pertenezca a una diócesis extremeña?
Ahora mismo no estoy en situación de contestar a eso, que es un problema histórico y no sé en qué se punto se encuentra, las motivaciones que hay… Tengo que profundizar más en el asunto, y no sólo en ese, sino enterarme correctamente de todos los problemas que pueda haber en la diócesis.
¿Qué aficiones tiene fuera de sus tareas como sacerdote? Supongo que le sigue gustando el fútbol.
Sí, en su momento tuve una presión muy fuerte para hacerme del Real Madrid. Todo el deporte me gusta mucho, y antiguamente llegué a jugar hasta tres partidos de competición en un día, pero luego el cuerpo te pasa factura y ahora ya no puedo. El cine me gusta muchísimo, aunque voy muy poco.
¿Qué espera, en general, del tiempo que pueda pasar como obispo de Plasencia?
Como he dicho, no tengo ningún plan específico. Voy a hacer lo que sé hacer, que es trabajar, colaborar con la gente, y no sólo con sacerdotes. Aquí en la parroquia tengo seglares que ya me hacen entierros, o me hacen expedientes. Creo en el trabajo en común, en conocer bien la diócesis para saber lo que yo puedo aportar y todos juntos seguir a Cristo, aunque será inevitable que en el camino demos algunos tropezones. Primero hay que ir y ver.