26 May Un seminario sin seminaristas en Plasencia
DIARIO HOY 26-05-19
Fue en una carta a los sacerdotes de la Diócesis de Plasencia en la que el obispo José Luis Retana anunció la marcha de los tres alumnos que entonces estaban en el seminario a Salamanca. Para que siguieran allí sus estudios en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia y se integraran en la comunidad formativa del Teologado de Ávila en la capital salmantina, en la que viven los seminaristas de otras cuatro diócesis.
El obispo señaló entonces, en la misma misiva, que era consciente de que la decisión de trasladar a los tres seminaristas, con el fin de garantizar su formación sacerdotal «en todas sus dimensiones», provocaba sentimientos de «añoranza y tristeza, por una parte, pero por otra estoy convencido de que sabremos leer esta nueva etapa de la historia de nuestro querido seminario como un momento de gracia y un signo de los tiempos»
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De esa marcha hace ya dos años, pero el seminario, tal como entonces también garantizó Retana, sigue abierto en Plasencia. «Aunque ya no hay seminaristas, la realidad es que el edificio se usa mucho», asegura José Luis Hermoso, viario de Animación Pastoral y, por eso, encargado precisamente de dar contenido al edificio ubicado en la plaza de la Catedral.
«Tenemos una actividad diaria desde el punto de vista académico, porque en el seminario se dan las clases del Instituto de Ciencias Religiosas y, cada quince días aproximadamente, se imparte formación a sacerdotes y seglares», señala José Luis Hermoso.
Vocaciones
Además, añade, también hay jornadas de religiosos, retiros espirituales, las asambleas de Cáritas, actividades de la Unión de Cofradías, cursos de preparación matrimonial…. Sin olvidar que es un espacio en que también se ofrecen visitas guiadas para darlo a conocer, conferencias como las del ciclo ‘Lunes investiga’, abiertas a toda la sociedad y, por supuesto, «las actividades propias del seminario, como pueden ser convivencias escolares y de jóvenes, para fomentar las vocaciones», deja claro el vicario de Animación Pastoral. Porque, lógicamente, el objetivo para el que se construyó y el que ha sido su prioridad durante años, se mantiene intacto. A pesar de que, como señaló también Retana cuando anunció la marcha de los seminaristas, la decisión se tomó precisamente porque la situación de escasez de alumnos era una realidad desde hacía varios cursos «y lo que es peor, a día de hoy no hay perspectivas reales de que vaya a cambiar de forma sensible en el futuro».
Pero la falta de vacaciones ha provocado, al menos de momento, otros usos y contenidos para un edificio que se puso en marcha, según la información facilitada por el vicario de Animación Pastoral, en tiempos del obispo Diego Sarmiento de Valladares, en julio de 1670. Continuó creciendo con las nuevas obras que, ya durante la segunda mitad del siglo XIX, auspició el obispo Gregorio María López y Zaragoza, «y cuyo último impulso proviene del pontificado de Pedro Casas y Souto, que inauguró el actual edificio en el año 1879», añade Hermoso.
Dividido en dos partes, unidas por un pasadizo en arco, una cuenta con tres plantas y otra con dos. Entre otras dependencias, tiene claustros, aulas, salón de actos, despachos y habitaciones, biblioteca, capilla, comedores, cocinas y una sala noble, llamada de bóvedas, donde se realizan los actos religiosos, pastorales, culturales y sociales más multitudinarios.